Cultura de la vida es una expresión con la que la Iglesia católica[1] pretende resumir una actitud moral respecto a la vida humana, según la cual esta debe respetarse desde la concepción hasta la muerte natural, por considerar a la vida un bien de carácter inviolable. El término se originó en la teología moral católica, y fue popularizado por el papa Juan Pablo II, al abordar bajo ese nombre en dos de sus encíclicas "Centesimus Annus" y “Evangelium Vitae”.[2][fuente cuestionable] Desde el activismo católico conservador —en consonancia con su defensa de un orden sexual procreativo— se ha venido utilizando dicha expresión desde los años 90, especialmente como medio de oposición a los principales cambios culturales, políticos y legales que demandan los movimientos feministas, por la diversidad sexual y los derechos sexuales y reproductivos.[1] En contraposición a la cultura de la vida está la cultura de la muerte, misma que se opone a las prácticas que se consideran destructivas para la vida humana, como la investigación de células madre embrionarias, el aborto, la eutanasia y los métodos anticonceptivos.
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